Dios alivia la confusión.
Dios es la fe de la humanidad en que, a pesar de las quejas y los horrores del mundo, hay una bondad subyacente; que más allá de la muerte, hay vida; que detrás de la abrumadora aleatoriedad y complejidad de la naturaleza, hay diseño y orden.
Dios es el llamado desesperado de la humanidad por orientación, significado y contexto; una visión de la realidad que es bella, valientemente optimista; medicina contra la tácita confusión colectiva de la humanidad.
Es la elección de la humanidad confiar, tener fe, en realidad.
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Hubo un tiempo en que la gente no daba por sentada la realidad como lo hacemos ahora. Vivir en la naturaleza, testigo de la muerte y el nacimiento, las estrellas del cielo nocturno, la realidad habría sido una experiencia mucho más profunda, que, sin la guía de una respuesta ficticia general a todo (dios), habría sido confusa.
El advenimiento del lenguaje permitió el pensamiento, que, al mismo tiempo que introdujo a la humanidad en una era de prosperidad, también tuvo sus detrimentos: permitió a las personas reprogramarse esencialmente, suprimiendo el instinto, la intuición y otras fuerzas naturales que nos guían a nosotros y a otros animales hacia el destino. . Dios es la respuesta natural a la invención no natural del lenguaje. La creencia de que Dios nos guía personalmente contrarresta nuestra obsesión por pensar demasiado y planificar demasiado nuestro futuro. En ese sentido, la creencia en Dios es lo mismo que la creencia en nuestros instintos e intuiciones: es un retorno a nuestro estado animal.
Dios para el individuo
En nuestra vida personal, creer que Dios tiene un plan para nosotros nos libera del estrés de pensar y planear en exceso; La imaginación de ser guiados por Dios nos libera de tener que guiarnos a nosotros mismos.
Cuando pensamos, corremos el riesgo de una falla catastrófica debido a un error de cálculo. Cuando confiamos en nuestros instintos e intuiciones, confiamos en la programación psicológica que se ha desarrollado casi a la perfección durante decenas de miles de años. creer en dios, por lo tanto, es otra forma de confiar en ti mismo y confiar en que tu destino se desarrollará según lo planeado; que simplemente estás en el camino.
La capacidad de calcular es el mayor regalo de la humanidad, así como nuestra maldición. Tenemos que saber cuánto pensar es pensar demasiado, y creo que la creencia en Dios impone un equilibrio saludable entre pensar y confiar.
La verdad es que dirigir nuestras vidas solo es una tarea desalentadora para la gran mayoría de las personas. Dios está allí para equilibrar los efectos negativos de nuestra increíble capacidad de hacer pensar o calcular.