La humillación o “vergüenza” es una herramienta que utilizamos para organizar la sociedad. Degradar a alguien disminuye su poder en la sociedad, y hace un ejemplo de ellos. Muestra a la sociedad que lo que han hecho está mal, y que tales acciones son inaceptables y serán castigadas. Cuando alguien es humillado, pasa de ser “parte del grupo” a ser un forastero, o un “otro”. Harold Garfinkel, un sociólogo contemporáneo, escribió “Las condiciones de las ceremonias de degradación exitosas” explicando el propósito de la vergüenza y los métodos para lograrlo. Según Garfinkel, no es realmente relevante si alguien no acepta ser avergonzado. Lo importante es cómo los ve el resto de la sociedad, ya sea que estén de acuerdo o no, seguirán siendo tratados como “otros” y, a los ojos del grupo, cambiarán por completo. La intención de humillar a alguien es solo parcialmente para hacer que piensen menos en sí mismos. El objetivo real es humillarlos a los ojos del resto del público y, por lo tanto, volver a trabajar en la distribución de poder en la comunidad, tomando el poder público de los humillados y entregándolo al humillador. Garfinkel llama a este proceso una “ceremonia de degradación”.
Garfinkel escribe que las ceremonias de degradación se encuentran en todo tipo de sociedad. Para que una vergüenza sea más efectiva, debe ser pública y debe haber un “denunciante”. Si se hace correctamente, el denunciante obtendrá el estado del procedimiento. Para que un denunciante sea efectivo, debe parecer que defiende los valores del grupo, y estos valores deben compararse con la parte humillada. Se debe demostrar que el que está siendo avergonzado está en contra de los valores que tiene el grupo. El denunciante debe mostrar al humillado como diferente, primero de sí mismo y luego del resto del grupo. Al hacer esto, el denunciante expulsa públicamente al agresor del grupo.
Si tiene éxito, la identidad de la parte humillada vista por el grupo cambiará: pasará de ser parte del grupo, es decir, un padre, un maestro, un buen hombre honesto, a un extraño forastero y un monstruo. Si la vergüenza se hace bien, esta degradación ocurrirá. Tenga en cuenta que realmente no importa lo que piense el individuo que se avergüenza, si no puede argumentar para convencer a los demás, si se ve a sí mismo como bueno o malo no afectará el resultado. Los valores de la comunidad son el núcleo de la vergüenza pública. Una vergüenza restablece la importancia del valor o los valores que se han roto. Lo que se castiga y lo que no se castiga redefine lentamente los valores fundamentales de una sociedad.
Gracias por permitirme responder esta pregunta como parte de una asignación para la clase de Castigo de la Dra. Danielle Dirks que se imparte en el Occidental College en Los Ángeles, CA.
Enlace a la pieza de Garfinkel sobre vergüenza: (PDF gratis)
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