Tradicionalmente, la memoria se divide en dos clases. Memoria implícita, que no puede recordar activamente (por ejemplo, memoria muscular) y memoria explícita (por ejemplo, memorias autobiográficas). Ambos tipos de memoria suelen estar restringidos a sus neuronas, que se desarrollan después de su nacimiento.
Dicho esto, es posible que todavía esté impreso por las experiencias de sus antepasados, y estas impresiones pueden afectar su comportamiento. La ‘codificación de genes’ a la que te refieres se conoce como ‘epigenética’ (literalmente “por encima del genoma”). La epigenética es un fenómeno (relativamente) descubierto recientemente que se exploró por primera vez como resultado de la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra, muchos en los Países Bajos murieron de hambre. Las mujeres embarazadas durante este período dieron a luz niños atípicamente pequeños. Curiosamente, cuando esos niños crecieron (en relativa prosperidad), sus hijos también fueron más pequeños de lo esperado. Así que las experiencias de las abuelas, resultaron en cambios en los nietos.
Una explicación biológica subyacente de esto es la metilación del ADN. Su ADN tiene una máscara suprayacente de grupos metilo adheridos a él. Estos grupos afectan la expresión del ADN subyacente y pueden transmitirse de generación en generación. Parece que estas madres en tiempos de guerra experimentaron cambios adaptativos en su metilación del ADN en respuesta a las condiciones de inanición, y que estos cambios epigenéticos se han impreso en generaciones sucesivas.
Esto es lo más cercano a una memoria ‘ancestral’.
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