Quentin Tarantino tiene una comprensión clara de lo que hace que una película sea re-observable: su historia.
Hay dos cosas principales que suceden en cada película, su trama y su historia. En términos generales, la trama se ocupa principalmente de la mecánica de una película: ¿cuál es el problema? ¿Quién quiere qué, cuándo? Hay muchas películas de misterio y atracos que contienen tramas brillantes. Sin embargo, a menos que una película también tenga elementos de historia fuertes incorporados, la película puede volverse rápidamente olvidable después de una o dos visualizaciones. ¡No hay más suspenso o intriga después de que te hayas familiarizado con los resultados de la trama!
La historia, por otro lado, se refiere a los personajes de una película, quiénes son, cómo luchan y, lo más importante, cómo la trama los cambia. Los elementos de la historia son detalles que nos conectan con los personajes: es nuestra ventana a la empatía. Cuando nos importa, podemos ser trasladados. Provocar el pensamiento y la catarsis emocional, ya sea la risa o las lágrimas, es discutible el objetivo principal detrás de la realización de películas. Así que cultivar una historia convincente es fundamental.
La motivación y el diálogo son las principales herramientas de la historia. Pocos escritores y directores son tan consistentes o tan exitosos como Tarantino en este campo. Volvemos a ver sus películas porque las ha llenado de personajes evocadores y diálogo convincente. Cuando se combina con una trama interesante, esto crea una receta para momentos que nos sorprenden de una forma u otra, provocando sentimientos que queremos volver a visitar una y otra vez.
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Esta fórmula no es exclusiva de Tarantino. Esto es lo que está sucediendo en cada película que eliges ver repetidamente: estás obligado a preocuparte y luego te mueves. Cuando una película tiene una gran historia, no importa cuán familiarizado estés con la trama, te alegra verla una y otra vez porque la historia te habla.