Los organismos vivos son fenómenos reales que surgen de la posibilidad de concebir la vida, que está integrada en el universo tal como están incorporadas las propiedades de las configuraciones atómicas. Sin la posibilidad de que la vida emerja bajo ciertas condiciones y no otras, no habría un concepto de ‘vida’ ya que todo estaría vivo (en cuyo caso no habría contexto para distinguirlo de todo lo demás), o bien no podría haber vida y no habría nada para experimentar nada.
Estoy de acuerdo en un nivel con la idea de que la vida es una química muy compleja, pero con el entendimiento de que la química también es una vida muy simple. En otro nivel, reconozco que, dado que distinguimos fácilmente los fenómenos biológicos de la materia inorgánica, y atribuimos a los organismos vivos el potencial de sensación, identidad, reproducción y muerte que existe, al menos desde nuestra perspectiva como seres humanos, una diferencia cualitativa importante entre la vida y la no vida. Particularmente interesante es la magnitud de la diferencia cualitativa atribuida entre un organismo vivo y el mismo organismo después del momento de su muerte.
Esta diferencia es tremendamente significativa en un contexto biológico, pero órdenes de magnitud menos significativos en un contexto de química inorgánica. Una batería muerta o un cuerpo muerto representan de manera similar las reacciones químicas que han pasado un punto de inflexión de un estado de entropía a otro, pero en el caso del cuerpo, ese paso es un evento no trivial, irrevocable e intransferible. Una batería agotada no tiene tanta importancia, el cese de sus reacciones se reconoce como una inevitabilidad cuantitativa y genérica.
Si esta diferencia en la forma en que consideramos la vida y la no vida, o la biología y la química es una medida absoluta de la “vida” como un fenómeno distinto o una medida relativa de nuestro propio sesgo biológico es realmente irrelevante. El hecho de que exista es evidencia de que el universo (o nosotros, como partes del universo) tiene motivos para crear al menos la apariencia de esa distinción, y hacerla bastante convincente. Nos importa si estamos vivos o no. Mucho. No atribuimos la misma calidad a las reacciones químicas inorgánicas. Si solo somos química, entonces tendríamos que explicar por qué lo haría, o podría parecer lo contrario.
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Mi respuesta es que la biología es química y algo más que química, así como la psicología es neurociencia y algo más que neurociencia. Estos no son ‘fenómenos emergentes’ genéricos, son holarquías de sentido coherente que se propagan a través de materiales genéricos, al igual que la imagen de esta conversación se propaga a través de píxeles en nuestras pantallas. Este potencial para la relación de los sentidos con la existencia, creo que puede ser el único construido en la mecánica de este universo.