¿Cuál debería ser una de las virtudes para vivir, para que una vida valga la pena?

Autoestima y dignidad. Ser egoísta y consciente del ego es lo básico, no implica limitar la libertad de los demás en principio. Difícilmente se puede relacionar con los demás y lograr algo sin estas virtudes. Respetarte y valorarte a ti mismo primero.

Coherencia, entre pensamientos, discursos y acciones. No lo hace predecible ni aburrido, no se trata de ser abierto y explícito sobre todo, solo de ser consistente. Le gana respeto en todas las culturas y entornos, independientemente de sus valores y si es “bueno o malo”.

Integridad. Sin tener en cuenta las causas de muerte natural como enfermedades y catástrofes, el 100% de los problemas surge de comparativamente pocos individuos que toman posesión de lo que no es suyo y chocan la libertad, los derechos y las necesidades de los demás, afectando unilateralmente la distribución de la riqueza. Aunque la población mundial está aumentando, sabemos que hay muchos recursos y una riqueza razonable para todos. Elegimos conscientemente si queremos ser parte del problema o parte de la solución.

Pensamiento positivo y amor. Una perspectiva positiva hacia la vida nos motiva a ver el vaso medio lleno, y realmente hay tanta maravilla, mientras que lo contrario nos ciega a la alegría y las oportunidades, así como decepcionar a los demás y aislarnos. Cultivar sentimientos y relaciones en lugar de alejarlos, arriesgar e invertir energía y tiempo, nos hace felices. No nacemos con él, pero podemos buscarlo dentro de nosotros mismos y a través de otros y conquistarlo.

Deseo de mejora constante y proactividad. Hasta ahora hemos cubierto los requisitos mínimos para una vida que valga la pena vivir, lo que significa una base para el bienestar personal y la felicidad sin afectar negativamente a los demás (sostenible). Tomar medidas y tener un impacto personal hace que la vida sea más satisfactoria y emocionante, y compensa parcialmente el mal, el desperdicio de talento y energía. Personalmente, este es el punto que encuentro más difícil de implementar.