Este dicho no se puede tomar literalmente. Hay una línea a trazar y esa línea es el mundo que te rodea.
Puedes creer en tu confianza, en tu felicidad, a pesar de que antes no estaban allí. Puedes hacer tu mejor esfuerzo y construir esa perspectiva dentro de ti mismo con refuerzo psicológico, en resumen, puedes fingirlo hasta que lo consigas. Pero si alguien te arroja una piedra, no puedes hacer que desaparezca. Si alguien te dice algo, no puedes controlar qué palabras saldrán de su boca.
Este dicho tiene la intención de dar a las personas una esperanza justificable: si te obligas a creer en tu potencial y en la belleza de la vida, eventualmente te acostumbrarás y te parecerá real. Pero las personas, los objetos y los eventos seguirán allí para influir en su perspectiva. Sus sentimientos en sí mismos no siempre pueden ser controlados porque están inherentemente influenciados por el mundo exterior, que una vez más no es algo que pueda controlar mucho.
Por lo general, puedes obligarte a sentir positividad y esperanza, pero no puedes transponerlo directamente a las cosas y a las personas que te rodean. De lo contrario, la vida tendría el potencial de ser perfecta.
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