Mi hijo. Nació hace poco más de un año e inmediatamente fue diagnosticado con tres agujeros en el área del corazón, problemas pulmonares, problemas de la sangre y trisomía 21. Fue un momento difícil para hacer frente a todas las operaciones, las muchas veces que estuvo tan cerca de la muerte. Los días y la semana y los meses se juntaron con mi esposa junto a él en la cama del hospital. Todo lo que pudimos ver frente a nosotros fue una vida de arduo trabajo enseñándole, cuidándolo y amándolo (pensamos) a pesar de su discapacidad.
Él nos ha enseñado, y continúa enseñándonos, cuánta alegría puede traer una persona a través de las dificultades y el sufrimiento. Claro que a veces es difícil trabajar, pero su energía, sus sonrisas, su singular sentido del humor que ya brilla, nos hacen sonreír y reír a diario de una manera diferente pero igual de preciosa que nuestros otros hijos.
TODOS nosotros hemos crecido este último año. Hemos derramado tantas preocupaciones y actividades que simplemente ya no importan, y ahora estamos enfocados en las cosas que importan en la vida. En resumen, ese pequeño compañero nos ha enseñado a todos el verdadero valor de la vida, y no dejar que las preocupaciones o las posesiones triviales nos impidan disfrutar cada momento con los que amamos.
Y solo tiene un año. ¿Imagina cuánto nos enseñará en los próximos años?
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