Todo el mundo trata con el estrés en la vida. Eso es un hecho. Todos tendrán obstáculos en el camino de sus metas y deseos.
Eso no es lo que importa con respecto a la felicidad. Lo que importa es cómo respondes al estrés.
Piensa en alguien en tu vida cuya primera reacción al estrés es quejarte. Dado que el problema ya ha surgido, esa persona aún recurre a una gran autocompasión. ¿Esa persona generalmente parece feliz?
Ahora piense en otra persona que responda con calma y lógicamente al estrés. Entienden que el problema ya ha ocurrido y que no se puede hacer nada para recuperarlo. Entienden que se han repartido las cartas y no hay nada que puedan hacer al respecto. En lugar de quejarse o lanzar un ataque emocional, eligen examinar la situación con calma y elegir la mejor ruta.
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¿Ves la diferencia en la mentalidad? En ambos casos, el estrés pasó. Una situación u obstáculo preocupante se presentó a ambos individuos. Sin embargo, mientras que la primera persona desperdició energía para no hacer nada (es decir, era contraproducente), la segunda persona se enfocó en avanzar de la mejor manera posible. Estaría dispuesto a apostar a que el segundo individuo será más feliz y más productivo a largo plazo.
Reaccionar negativamente al estrés no es una buena manera de hacerlo. Estarás mucho mejor practicando cómo responder positivamente al estrés.
Porque lo único de lo que tienes control es cómo avanzar.