Una de las razones es que es potencialmente destructiva. La adicción al juego es una cosa real y seria, y más de unas pocas personas han arruinado sus vidas y sus familias a través del juego. Incluso las personas que juegan en ocasiones pueden verse atrapadas y perder dinero que no pueden permitirse perder. Debido a que los juegos de azar son tan rentables, los casinos y otros establecimientos de apuestas profesionales han desarrollado técnicas impresionantes para condicionar a las personas a querer seguir apostando y apostando, lo que significa que seguirán perdiendo, a veces hasta que lo hayan perdido todo. Si bien muchas personas pueden apostar en ocasiones sin que se convierta en un problema real, es innatamente peligroso.
En un nivel más filosófico, el juego se basa en el deseo de obtener algo por nada, tomándolo de otra persona. Si ganas en el juego, has adquirido dinero sin trabajo, sin aportar nada de valor a la sociedad. Por lo tanto, el juego es malo de cualquier manera. Si gana, ha tomado dinero que no ganó de alguien que podría necesitarlo. Si pierdes, has perdido dinero y no has conseguido nada a cambio. De cualquier manera, difícilmente puede considerarse virtuoso.