Todos hemos experimentado las formas en que la emoción puede afectar nuestros cuerpos; sonrojarse por vergüenza, un corazón acelerado por la excitación y palmas nerviosas sudorosas son ejemplos comunes. Pero la clave para responder a la pregunta anterior es darse cuenta de que nuestros cuerpos también pueden afectar nuestras emociones.
De hecho, uno de los primeros intentos de explicar científicamente de dónde provienen las emociones es la teoría de James-Lange, que sugiere que las emociones resultan de las respuestas fisiológicas al estrés, y no al revés.
Aunque muchos de los aspectos específicos de esta teoría han sido desacreditados a lo largo de los años, los avances recientes en neurociencia han brindado cierto apoyo a teorías de la emoción somáticas o incorporadas similares, y algunos de los principales investigadores de emociones creen que nuestras respuestas fisiológicas desempeñan un papel clave en la emociones que experimentamos.
Aplicando esto a la pregunta en cuestión, piense cómo reacciona su cuerpo cuando se estresa y se dará cuenta de que entre estas respuestas son los músculos tensos que intentamos calmar con un baño o una ducha tibia.
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Además de darnos la oportunidad de calmarnos, frenar la respiración y disfrutar de un tiempo a solas, el calor también ayuda directamente a nuestros musculos a relajarse de la misma forma en que podríamos sumergirnos en la bañera después de un largo entrenamiento. A medida que esto sucede, nuestros cerebros notan el cambio en nuestro estado físico y nuestras emociones comienzan a cambiar en consecuencia.