Crecí en un entorno de iglesia que enseñó que este universo, tal como lo experimentamos, es una ilusión. Durante los primeros 21 años de mi vida, como científico cristiano, este fue mi modelo principal para experimentar el mundo. Esta idea del mundo como una ilusión no es algo desarrollado en nuestros tiempos científicos altamente sofisticados. Incluso antes de que Mary Baker Eddy sugiriera este concepto en la década de 1870, fue un desafío para los filósofos, y evocó a Decartes: “Creo que, por lo tanto, lo soy”. Desde que abandoné la cosmovisión del movimiento de la Nueva Era en 1981, he descubierto que mi mundo es más sensible y satisfactorio. No presento las ideas a continuación como pruebas sólidas, pero son mis evidencias internas contra un relativismo epistemológico solitario.
Estas son las razones por las que estoy convencido de que el universo no es una ilusión:
1. Si es una ilusión, ciertamente no es mi ilusión.
Cada vez que me golpeo el dedo del pie, o lucho con la deuda, cuando estoy aburrido, cuando no soy el héroe, y no consigo a la chica, estas son pruebas sólidas de que si es una ilusión no es mi ilusión. No vuelo como lo hago en mis sueños, y no puedo volverme invisible cuando lo necesito. Tanto el sufrimiento como lo mundano me demuestran que este mundo no es una ilusión con su origen en mí.
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2. Las ilusiones, que sé que son ilusiones, son mucho más sorprendentes que mi vida.
Si este mundo fuera una ilusión, es demasiado predecible para ser uno bueno. El sol se levanta predeciblemente cada día. Sé que si me paro frente a un automóvil en movimiento, seré herido o muerto. Mi puerta de entrada está siempre en el mismo lugar, y nunca se abre a un mundo diferente, y la gravedad siempre funciona.
3. Si es una ilusión, es demasiado perfecta y perfecta.
No se pixela, o va a una pantalla azul. De repente no se vuelve estático ni se apaga. Nunca veo la pequeña rueda de colores girando en el cielo, ni termino en la ilusión de otra persona. Siempre soy yo, y siempre es mi vida.
4. Hay una diferencia entre mi mundo de sueños y mi estado de vigilia.
El hecho de que estas dos experiencias sean tan dramáticamente diferentes ilustra que la ilusión existe, pero no existe en mi estado de vigilia, excepto que sea inducida por químicos, o manipulada por artistas o tramposos. El hecho de que tengas que meterte con mi cerebro para cambiar mi percepción de la realidad me dice algo sobre la naturaleza de esta realidad que experimento.
5. Mi experiencia de “El Otro” parece anclarme en esta realidad.
Tanto mi experiencia de amor como la lucha con otras personas hacen que el mundo parezca más, en lugar de menos real. Cuanto más me alejo de la experiencia de la comunidad (o como Robert Putnam lo llama “capital social”), más distante e inconexo aparece.
Por supuesto, hay ocasiones en las que preferiría que esta realidad fuera una ilusión maleable. Me encantaría moverlo como la arcilla en las manos del alfarero.
Estas son solo algunas de las cosas que me dicen que este universo no es una ilusión. No quiero decir que sean argumentos convincentes para nadie más que para mí. No soy un materialista, pero si lo fuera, tampoco podría creer que este mundo sea una ilusión. Eso sería demasiado contradictorio.