Seguir a Dios significa aceptar la responsabilidad y someterse a la voluntad de otra persona por encima de la suya:
¡Oh, ese astuto plan del maligno! ¡Oh, lo vano, y las fragilidades, y la insensatez de los hombres! Cuando aprenden, piensan que son sabios, y no escuchan el consejo de Dios, porque lo dejan de lado, suponiendo que se conocen a sí mismos , por lo que su sabiduría es una tontería y no les beneficia. Y perecerán.
Pero aprender es bueno si escuchan los consejos de Dios.
– 2 Nefi 9: 28-29.
- ¿Cómo se hace uno más optimista?
- ¿Es la supervivencia el propósito de la vida?
- ¿Por qué la gente llama a los bebés como seres inocentes? ¿Significan inocencia es la ausencia de conocimiento?
- ¿Cuál es la diferencia entre el ateísmo y el panteísmo? ¿Existe un dios que existe en el panteísmo que no existe en el ateísmo?
- Supongamos que le piden que elija entre mantener el techo de la Capilla Sixtina o salvar la vida de los quemados en la hoguera por la Inquisición. ¿Qué dirías?
Y así podemos contemplar lo falso, y también la inestabilidad de los corazones de los hijos de los hombres; sí, podemos ver que el Señor en su gran bondad infinita bendice y prospera a los que confían en él.
Sí, y podemos ver en el mismo momento en que prospere a su pueblo, sí, en el aumento de sus campos, sus rebaños y sus rebaños, y en oro, plata y toda clase de cosas preciosas de todo tipo. Y arte; perdonando sus vidas, y librándolos de las manos de sus enemigos; ablandando los corazones de sus enemigos para que no declaren guerras contra ellos; sí, y en fin, haciendo todas las cosas para el bienestar y la felicidad de su pueblo; sí, entonces es el momento en que endurecen sus corazones, y olvidan al Señor su Dios, y pisotean bajo sus pies al Santo: sí, y esto debido a su facilidad y su prosperidad extremadamente grande.
Y así vemos que a menos que el Señor castigue a su pueblo con muchas aflicciones, sí, excepto que los visita con muerte y con terror, y con hambre y con toda clase de pestilencias, no lo recordarán.
¡Oh, cuán necios, y cuán vanos, cuán malvados y diabólicos, y cuán rápidos para hacer la iniquidad, y cuán lentos para hacer el bien, son los hijos de los hombres! sí, ¡qué rápido para escuchar las palabras del maligno, y poner sus corazones en las cosas vanas del mundo!
Sí, qué rápido ser levantado en el orgullo ; sí, qué rápido se jactan, y hacen todo lo que es iniquidad ; y cuán lentos son para recordar al Señor su Dios, y para escuchar sus consejos, sí, ¡qué lento caminar en los caminos de la sabiduría!
He aquí, ellos no desean que el Señor su Dios, quien los ha creado, debe gobernar y reinar sobre ellos ; a pesar de su gran bondad y de su misericordia hacia ellos, no desestiman sus consejos, y no querrán que él sea su guía.
– Helamán 12: 1-6