¿Qué puede hacer un hombre o una mujer para mejorar dramáticamente este mundo?

Tuve una conversación con una persona el otro día y, en la medida en que hablé, me di cuenta de que mis acciones han cambiado la vida de las personas. Como estudiante hice notas muy detalladas para mis clases. Diez años más tarde, cuando visitaba la ciudad donde estudiaba, me topé con pilas de mi propia letra, copiada en una tienda de copias. Eché un vistazo, y fueron mis notas las que se reprodujeron año tras año, ¡y los estudiantes de primer año todavía lo usaban en sus estudios! Más tarde, esta misma persona me dice que ella estudió en el mismo departamento donde hice estudios de posgrado. En este edificio, instalé un laboratorio de microbios en una sala que se utilizaba principalmente para el almacenamiento, ahora 15 años más tarde, y esta persona, al igual que muchos otros estudiantes, ha realizado su trabajo de proyecto para estudios de posgrado en ese laboratorio. Todavía está en uso hoy. Esos dos ejemplos me hicieron pensar cómo las cosas que hacemos, y nunca pensar de nuevo, en realidad impactan en la vida de los demás de una manera positiva. Si miras guijarros cuando caes en el agua, hace olas en anillos que se mueven desde el centro donde cayó la piedra. La vida es así, nunca podrás medir tu impacto de manera precisa, pero puedes estar seguro de que está ahí. Cada pensamiento que piensas, cada palabra que pronuncias y cada acción que tomas es parte de una reacción en cadena. Si su intención es bondad, si habla palabras de aliento de sabiduría a los jóvenes, si muestra amabilidad y compasión a los mayores, si alienta y refuerza lo positivo en sus amigos, seres queridos y familiares, cambia el mundo todos los días. Cambias el mundo de maneras que quizás no veas, pero lo haces.