El poeta y escritor libanés Kahlil Gibran poseía la rara habilidad de captar la esencia misma de la amistad, el amor, el matrimonio, los hijos, la alegría, el dolor y los muchos otros temas de nuestra existencia de una manera tan notable que las palabras de sus obras maestras poéticas nunca fallan. para revelar nuevos secretos e ideas, independientemente de las muchas veces que uno lo lea.
En su amado libro El Profeta, Kahlil escribió una colección de fábulas en prosa, poesía, publicada por primera vez en 1923 y traducida a más de 20 idiomas:
Das poco cuando das tus posesiones.
Es cuando das de ti mismo lo que realmente das.
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¿Cuáles son sus posesiones pero las cosas que guarda y protege por temor a que las necesite mañana?
Y mañana, ¿qué le traerá mañana al perro demasiado prudente que entierra los huesos en la arena sin huellas mientras sigue a los peregrinos a la ciudad santa?
Para mí, estas cuatro líneas llevan toda la esencia de la vida: que se vive verdaderamente cuando no se vive para uno mismo.
En un mundo donde el énfasis en adquirir más, más grande y mejor, y la idea de que el valor y el éxito del individuo están vinculados a las posesiones son empujados por nuestras gargantas con una mayor urgencia que nunca, también se ha vuelto más fácil que nunca antes. piensa que esto es todo; esa vida no es más que un camino por el que viajamos con visión de túnel mientras corremos como ratas sin sentido reuniendo trozos para nuestro pequeño rincón del mundo.
Dios no quiera que nadie deba esperar que compartamos algo, o peor aún: un pedazo de nosotros mismos.
Pero nos perdemos todo el sentido de la vida si nos enfocamos tanto en acaparar las cosas que el mundo nos dice que deberíamos, que nuestra gran pila de posesiones terrenales también nubla toda nuestra visión, cegándonos a nuestra naturaleza egoísta y codiciosa que nos mantiene compartiéndonos, nuestro tiempo, compasión, amor y un oído a aquellos que el resto del mundo ha dejado de escuchar, si es que alguna vez lo hicieron.
Los que se dan a sí mismos conocen la alegría que produce, la soledad que cura, la empatía y la abnegación que siembra en el corazón de uno, y el significado que aporta a las vidas de todos los involucrados en la maduración de su cosecha.
Para una onda esta cosecha es, esta entrega de ti mismo que viaja más lejos que cualquier posesión.
Crea y deja tras de sí un poderoso legado; Da vida y da sentido a la vida.
Es el latido del corazón de la vida, la esencia misma de la misma.