A juzgar por las experiencias de mis dos primeros trabajos, en un municipio y en una oficina de arquitectura, definitivamente puedo llegar a una conclusión: estar preparado para aprender y adaptarse, especialmente en una empresa privada.
Trabajando como funcionario público, me sorprendió la forma en que las ideas aleatorias de los políticos (y, a veces, francamente extrañas) sobre la planificación urbana tendrían un impacto real en su trabajo. Además, los textos de leyes oscuras, la precedencia histórica o los párrafos específicos de esto, eso o lo que sea, juegan un papel central en la vida cotidiana. Solo tienes que acostumbrarte a ello.
En una empresa privada, todo tiene que ver con la creatividad, la adaptabilidad y, en definitiva, el dinero. Dado que una empresa privada necesita generar sus propios ingresos (a diferencia de una oficina pública), parece que muchas discusiones sobre arquitectura terminan siendo sobre cómo hacer la mejor solución por la menor cantidad de dinero o recursos. La situación laboral también parece mucho menos segura, ya que la gente va y viene según la cantidad de trabajo disponible.
Esa es mi experiencia de mis dos primeros trabajos como urbanista.
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