La mayoría de las personas quieren ser recordadas por haber hecho algo de importancia. Quieren dejar una marca. El primer premio es el presidente de los Estados Unidos. Es una especie de inmortalidad. Mientras exista la humanidad y la gente quiera incluso un vago sentido de la historia, se recordará a los mejores individuos. Un hombre romano destruyó una estatua. Preguntado por qué dijo que quería que su nombre quedara en la historia. Los historiadores dejaron intencionalmente su nombre en blanco y mantuvieron la nota de por qué lo hizo.
Los empresarios del siglo XIX pintaron sus casas y lugares por los mejores pintores artísticos de la época. Los hombres de negocios que serían recordados por estos grandes lugares. A nadie le importa el éxito de su negocio anterior, pero los artistas y sus obras son bien conocidos. La venganza de los nerds y el abatimiento del día.
El deseo de dejar una marca en el mundo, bueno o malo, o de ser recordado, está conectado a nuestros cerebros. Lea a Salomón. Todo es vanidad.
La gente se aburre sin hacer nada, así que hacen algo. Podemos hacernos creer que lo que hacemos es más importante que consolarnos. La honestidad con uno mismo es un don raro, pero no siempre consuela.
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