Pasé años experimentando lo mismo. Cada semana sentía que mi pozo de conocimiento acumulativo se estaba secando. No importa cuánto conocimiento puse, nunca sentí que se estaba llenando. Me sentí desesperado, estaba consumiendo todo este material, pero apenas recordaba el material que había leído o visto. Eventualmente decidí que esto no era lo suficientemente bueno. ¿Cuál es el punto de aprender tanto si soy incapaz de recordar no solo todo sino casi nada de nada? Lo que siguió fue la exploración de formas para cambiar el rumbo.
Mi investigación, después de muchos fracasos, finalmente llegó a una solución.
Todos los viernes por la mañana grabo información, lecciones, libros, conferencias y cursos que me han enseñado algo de la semana anterior. Reflexiono sobre las cosas que sé en ese momento en particular que no lo hice la semana anterior. Registro líneas de pensamiento, citas y creencias, y me tomo el tiempo para desafiar rigurosamente cualquier idea preconcebida que creo que puede estar impidiendo mi progreso.
Con el tiempo, me ha permitido crear una imagen visceral de mi conocimiento y al mismo tiempo identificar las brechas que deben cubrirse. Es con esto que luego he desarrollado un plan para aliviar esas brechas de manera más eficiente. Me ha permitido progresar más rápido, aprender más y ampliar mi conocimiento más que en cualquier otro momento de mi vida.
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Y solo toma 30 minutos todos los viernes.
La importancia de lo que intuyo en relación con la planificación es crítica. Me aseguré de que mi día fuera más reglamentado y de rutina que me viera hacer cosas específicas en ciertos momentos, todos los días, siempre que fuera posible. Comenzaría el día leyendo media hora, progresando en la escritura de 750-1000 palabras antes de leer los blogs en los que me enfoco y escuchando los podcasts a medida que realizo mis tareas diarias. Sin un plan definido, es difícil poner tu mente en marcha para lograr las cosas que deseas. El enfoque es esencial para almacenar todo. Si su mente está en otra parte, esas vías cognitivas no tendrán la oportunidad de desarrollarse.
Y eso habla de la última necesidad esencial de mejora: la práctica deliberada. Es fácil hacer algo a medias. Para crecer necesitas pasión, perseverancia y agallas. La práctica deliberada es la manifestación de esas características como acción. Se trata de establecer objetivos específicos que aseguren la transparencia. Te permite marcar tu progreso y rendirte cuenta. Si no tiene un barómetro para el éxito, ¿cómo sabe cuándo lo ha logrado? Igualmente, una vez que hayas logrado algo, ¿cómo sabes a dónde vas? Escriba sus metas, esperanzas y sueños, ya que solo al registrarlos tienen sus fundamentos en la realidad.