Es un tema muy complicado, por lo que no hay respuestas fáciles. Además, está prácticamente garantizado que nadie ha estudiado la diferencia entre la visualización a largo plazo de “cine de calidad” (lo que sea que eso pueda significar) versus “schlock tv”.
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¿La TV pudre tu cerebro?
“Estudios anteriores han demostrado que por cada hora adicional de televisión que se ve en la infancia, las probabilidades de desarrollar síntomas de depresión aumentan en un 8 por ciento y las probabilidades de ser condenado por un delito aumentan en un 27 por ciento. Y otros hallazgos sugieren que por cada dos horas observadas en la juventud, las probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 aumentan en un 20 por ciento “.
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“Al igual que en estudios anteriores, descubrieron que los adultos jóvenes que habían visto más televisión durante la adolescencia temprana tenían más probabilidades de involucrarse en una conducta antisocial, de ser arrestados al menos una vez y de ser encarcelados como adultos.
“Los investigadores luego agregaron un factor más a su análisis. El estudio incluyó a más de 3,000 parejas de hermanos (es decir, medio hermanos, hermanos completos y gemelos idénticos y no idénticos). La correlación entre casi todo el comportamiento negativo y el tiempo dedicado a ver la televisión se desvaneció después de que los investigadores consideraron estadísticamente la relación. Concluyeron que la genética da forma al cerebro y al comportamiento, lo que a su vez tiene consecuencias de gran alcance, incluida la cantidad de horas de televisión que los niños tienden a ver y cómo responden sus cerebros “.
“Parece que los investigadores han estado sopesando la evidencia fuera de balance al descuidar el factor importante de la herencia en los hábitos de TV. Pero este dilema del huevo o la gallina se resuelve como lo hace con los pollos reales: este es un ciclo interdependiente. Por ejemplo, un estudio de 1990 que comparó niños adoptados y no adoptados criados en el mismo hogar descubrió que la genética era el factor más importante para determinar cuántas horas de televisión veían los niños. Pero el estudio también encontró que cuanto más alto es el coeficiente intelectual de una madre, menos horas pasaron pegados al tubo tanto sus hijos biológicos como los adoptados “.
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“Reconociendo este hecho, los padres querrán regular la visualización de la televisión de sus hijos en el contexto de esos niños como individuos. En última instancia, mamá tiene razón: cuanto más tiempo pasan sentados en el sofá, menos tiempo pasan en la actividad física, leyendo e interactuando con amigos. La falta de actividad física y actividades intelectuales tiene consecuencias físicas y cognitivas evidentes. “La televisión puede o no pudrir el cerebro, pero estar sentado frente a la pantalla durante tanto tiempo parece desperdiciarlo”.