Si supiera cada centavo que entró y salió de la empresa, nunca podría estimar esto “con precisión”.
El problema aquí es que cualquier modelo financiero, sin importar lo bueno que sea, se basa en ciertas suposiciones. Si bien estas suposiciones pueden estar basadas en juicios sólidos y hechos históricos, son un pobre sustituto de una bola de cristal.
El hecho indiscutible es que nadie puede predecir el futuro.
Incluso con la mejor estrategia comercial planificada y una visión clara para el futuro, nunca se sabe lo que sucederá. La aceptación del consumidor puede ser mucho mayor de lo anticipado o los productos pueden caer de bruces. ¿Cómo se sabe uno? Los planes pueden abandonarse o modificarse según la tendencia actual o el clima de negocios, pero ¿quién sabe qué pasará dentro de unos años?
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Todas estas son las razones por las que no es aconsejable si alguien cree que puede incluso estimar de manera razonable las salidas de efectivo salientes en años futuros. Lo mejor que puede encontrar es una estimación que se consideraría “mejor que nada”.