Me despierto un buen día. Mirando por la ventana, me doy cuenta de la lluvia que cae afuera, golpea el piso y los autos abajo. Aunque no me gusta la lluvia tanto como el sol, me siento relajado.
Pero … algo está mal. Es como si me estuvieran vigilando.
Me baño, como, me pongo mis zapatos, y cuando salgo para la escuela, noto a mi gato.
Yo sonrío. Su postura para dormir siempre me trae alegría y me hace querer acurrucarme con él. Cuando me voy, sin embargo, me vuelvo para notar que desapareció.
- ¿Cómo puede alguien aparentemente tener todo lo material en la vida y ser miserable?
- ¿Es honesto vivir duro?
- ¿Cuál es la cosa más halagadora que te haya pasado?
- ¿Puede existir la vida sin forma?
- ¿Cuál es tu peor experiencia de leer mal o juzgar mal a las personas?
“Sí … algo anda mal”, es lo que digo.
Tomando el autobús, me doy cuenta de más personas que antes. Y sin embargo, de alguna manera, el autobús aún se las arregla para ir a pesar de la abundancia de personas en él. Lo que es aún más extraño es que la mayoría de ellos están secos, pero no tienen paraguas.
Subo al tren, y también se llena como un mercado de pescado. “¿Por qué hay tanta gente?”, Me pregunto. Miro sus caras, y la mayoría de las personas miran hacia el suelo en lugar de sus teléfonos. Sus miradas me parecen inciertas, como si carecieran de espíritu o algo así.
El tren pasa por un crematorio, y finalmente entiendo por qué hay tanta gente.
Puedo ver fantasmas.
…
Por cierto, también he leído ‘Toda la luz que no podemos ver’, ¡y ese libro fue increíble!