Este es el tipo de razonamiento que nos tiene atados en nudos.
¿Cómo puede una persona buena ser tan mala?
¿Cómo puede una persona inteligente ser tan estúpida?
¿Cómo puede una persona fuerte ser tan débil?
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Digamos que hay un buen objeto, un mal objeto y un buen objeto se comporta mal, entonces, ¿qué tenemos?
Tenemos, “nos equivocamos en nuestra comprensión de dicho objeto”.
¿Cómo puede un objeto débil ser fuerte?
Por definición, no puede. Sin embargo, estamos haciendo la pregunta porque lo hizo, o creemos que puede. En cuyo caso, de nuevo, “nos equivocamos en nuestra comprensión”.
Las personas tienen la capacidad de hacer el bien y hacer daño. También tenemos la capacidad de ser débiles y ser fuertes.
Un cobarde es lo que llamamos alguien que ha sido visto repetidamente como cobarde.
Un idiota es lo que llamamos alguien que repetidamente ha hecho algo estúpido.
Un santo es lo que llamamos alguien que se ha visto en repetidas ocasiones ayudando a alguien.
Pero estas son todas las reputaciones solidificadas por sus momentos definitorios.
Si realmente deseamos ver si estas personas son cobardes o idiotas, deberíamos estar mirando sus partes internas. Deberíamos estar mirando sus capacidades. Si son incapaces, la respuesta nunca es. Pero si son capaces, la respuesta siempre será algún día.
Todos somos capaces.
“Soy una persona tan sensible”.
Esta afirmación te define. Es como saber que eres hermosa o saber que eres fea. Así es como establecemos las premisas de nuestro propio comportamiento y experiencias.
En última instancia, si todos somos capaces de ser débiles y fuertes o amables y crueles, las únicas diferencias entre nosotros son dobles.
Lo que creemos.
Y.
Lo que pretendemos.
Ambos se nutren. Se pueden mejorar a través del intelecto, la auto reflexión y las experiencias de la vida.