He escrito sobre esto en otras respuestas, pero básicamente, para mí, la atención plena ha actuado como una rueda de entrenamiento para tu mente. A través de la atención y la práctica, he aprendido algunas habilidades realmente útiles:
- Enfoque: la atención plena te enseña a enfocarte en algo constante y físicamente tangible en el presente, como dónde entra tu respiración en tu cuerpo o donde tus pies tocan el suelo. Con la práctica, esto te permite distraerte de los pensamientos obsesivos que en lugar de quedar atrapados en ellos.
- Mejor regulación emocional: la meditación de atención plena le pide que observe sus emociones, tome nota de ellas y luego vuelva a lo que sea que estaba enfocando. No intente resolver, no intente juzgar, no escriba una historia sobre ellos. Por ejemplo: si aún deseas vengarte de esa persona que se cruzó frente a ti en la heladería el sábado pasado, la meditación te pide que observes que deseas vengarte, pero no inventes una historia sobre lo malo que es eso. Y vuelve a tu respiración. Curiosamente, esto es mucho más efectivo que tratar de hacer que los sentimientos desaparezcan. Solo nombrar y observar un problema, en lugar de luchar o resolverlo, puede hacer que pierda gran parte de su poder.
- Pensar de manera más estratégica: una vez que aprendí a no dejarme tragar por la necesidad o la emoción más apremiante del momento, también aprendí a retroceder un paso en la evaluación de situaciones y a pensar de manera más estratégica.
- Mejorar mis relaciones: cuanto más empiezas a observar cómo te sientes, en lugar de esforzarte por ello, más aprendes a gustarte a ti mismo. Y cuanto más te gusta, más te gustan los demás.