El investigador Stephen Porges descubrió uno de los hallazgos más importantes en psicología. Cuando estamos con otras personas, las señales se intercambian inconscientemente. Si las señales que recibimos de la otra persona indican una intención benigna, sus señales activan el nervio vago que anula los efectos de las hormonas del estrés y provoca la calma.
Cuando estamos con un amigo que es físicamente seguro y emocionalmente seguro, podemos sentir que bajamos la guardia. Esto sucede involuntariamente. El sentimiento, no el resultado de procesos conscientes, se debe a la estimulación del nervio vago mediante señales benignas en la cara de su amigo, en la calidad de su voz, en su lenguaje corporal y, si se le ofrece y le da la bienvenida, en un contacto físico calmante.
Cuando está solo por la noche, el miedo puede desarrollarse porque ninguna persona está físicamente disponible para proporcionar señales que activen el calmante nervio vago. Sin embargo, una persona que está profundamente segura tiene recuerdos de estar con otros cuya presencia activa el vago. Es posible que no tengan miedo solo por la noche porque, aunque están físicamente solos, no están psicológicamente solos. Las personas que hacen bajar la guardia están psicológicamente presentes a través de los recuerdos.
He descubierto que muchos de mis temores a los clientes voladores son más temerosos cuando vuelan de noche. Esto se puede aliviar al vincular su estar en un avión con un recuerdo de un tiempo en el que sintieron que su guardia bajaba con un amigo.