Pensar en las negatividades es la segunda naturaleza de los seres humanos.
Una persona que puede abrazar todos los pensamientos que tiene, buenos o malos, sería más feliz en la vida, en comparación con muchas otras personas.
Abrace sus pensamientos, no los incruste. No te enredes, y no te pierdas.
Piense en cómo podría pasar más tiempo con su ser querido, pero no permita que se queden con sus pensamientos tanto, de modo que tenga una discapacidad mental y no pueda hacer nada más.
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Visualice todo lo que sea posible, todo lo que pueda hacer posible, cuidando todas las dificultades que pueda enfrentar. Pero nunca pienses demasiado.
Pensar demasiado, es como un veneno lento.
Es como ese turno equivocado en el laberinto.
Hay una línea muy fina entre pensar y sobre pensar. Recuerda revisar, hacia dónde te diriges de vez en cuando. Si te das cuenta de que tus pensamientos te están dañando de alguna manera, haz esfuerzos para reprimirlos.
Somos lo que pensamos. No le des a tus pensamientos el poder de dominarte.