“Generalmente nos cambiamos a nosotros mismos por una de dos razones: inspiración o desesperación”. – Jim Rohn
El dolor, la frustración de la vida o el arrepentimiento pueden ser un mecanismo impulsor, pero no tiene por qué serlo.
También puede inspirarse tanto por una persona o una misión, que obtiene un impulso positivo para lograr algo.
Es cierto que más personas se encienden a la acción por la desesperación que por la inspiración.
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Es porque prestamos una atención desproporcionada a lo negativo que a lo positivo, así es como están conectados los humanos.
Hay muchas historias de personas que se comprometieron a un cambio positivo después de algún evento negativo (por ejemplo, un familiar o amigo murió, por lo que comenzaron a prestar atención a su salud o sus relaciones).
Tengo un amigo millonario que se toma en serio su pérdida de peso solo después de que tuvo un ataque al corazón y se asustó.
No tiene que ser blanco o negro y puede transformarse con el tiempo.
Me comprometí con mi desarrollo personal porque estaba enfermo y cansado de estar enfermo y cansado de mi vida.
Necesitaba un cambio y lo necesitaba mucho. Eso fue lo que me impulsó a la acción.
Pero al principio no creía que realmente pudiera cambiar ni me di cuenta de cómo un cambio positivo puede ser satisfactorio.
Cuando probé una vida determinada, mi motivación cambió. Estoy olvidando poco a poco lo desesperado que estaba y esta motivación negativa se debilita con el tiempo. Por otro lado, los cambios positivos que se materializan en mi vida me motivan a progresar aún más y ayudar a más personas.