Acostado
Estoy seguro de que todos han mentido al menos una vez. Algunas tienen buenas razones y otras no tanto, sin embargo, mentí sobre todo .
Mentí sobre mi rutina matutina, mentí sobre mi familia, mentí sobre lo que comí, mentí sobre la escuela, mentí y mentí y mentí. ¡Llámame Cesilia, la mentirosa de los mentirosos!
Lo importante de mentir es que no importa lo bueno que seas mentir, siempre te pillarán. La mentira es el atajo más rápido a la pérdida de confianza. La confianza era algo que no me importaba, pero una vez que me di cuenta de cómo afectaba mi credibilidad en el mundo, me di cuenta de lo mal que se había vuelto este hábito.
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Para más información, permítanme explicar por qué tengo este problema, para empezar. Soy la hija de un mentiroso. Un mentiroso compulsivo que manipula a todos a su alrededor y aquellos que no caen bajo su manipulación pronto sentirán su ira. Mi madre era extremadamente estricta y por eso me llevaba a mi hermana ya mí a todos los lugares a los que iba. En el camino al destino X nos prepararía. No me refiero a vestirnos y arreglarnos, me refiero a prepararnos para mentir para la ocasión.
Recuerdo que mi mamá siempre se sentaba del lado del pasajero mientras mi papá nos llevaba a donde ella exigía y ella se daba la vuelta, nos miraba y nos decía: “Si te preguntan si tienes algo que comer, dices que ya comiste, si te preguntan “donde trabajas, dices que trabajo en una oficina, si te piden algo más, diles que me pregunten, si te preguntan de dónde somos, que somos de la capital de X”.
Tienes la idea
No sería una gran cosa si este campamento de entrenamiento diario y provisto por mi madre no estuviera incorporado en TODO lo que alguna vez hicimos.
Si acudimos a los médicos, mentimos sobre cómo conseguimos los cortes, los moretones y las ampollas.
Si íbamos a la escuela mentimos sobre nuestra vida hogareña.
Si íbamos a la iglesia mentimos sobre nuestra vida.
Todo. En todos lados. Mentiras.
Crecer rodeado de mitos constantes evernualmente te consumen. Hasta el día de hoy, me resulta extremadamente difícil decir la verdad a mis seres queridos. Lo odio. Siempre tengo que comprobarme a mí mismo y pensar por qué mentí sobre algo tan minúsculo, volver a abordarlo y corregirme. Siempre me disculpo por mentir ahora. Estoy trabajando constantemente para lograr una vida en la que diga la verdad sin importar nada. Y si es el tipo de verdad que duele, lo entregaré con cuidado. Creo que decir la verdad significa que ha aceptado los errores inevitables que ocurren diariamente.
Este mal hábito con el que he crecido es uno en el que estoy trabajando para solucionarlo todos los días.
No más engaños. No más mentiras .